Entrevista
1. ¿En qué momento de su trayectoria académica tuvo contacto con la sociolingüística?
Dado que la Sociolingüística no se cursaba hasta el último año de carrera, inicialmente me encantaba la Sintaxis para poder desentrañar complejas estructuras oracionales y formular su visualización en árboles sintácticos, son como nuestras Matemáticas. Yo pensaba hacer una tesina de licenciatura sobre sintaxis contrastiva entre español e inglés que me iba a dirigir el profesor José María Jiménez Cano en la Universidad de Murcia y de la que empecé a recabar material bibliográfico durante mi estancia de cuarto curso (1989-1990) en la Universidad de Salford, pero ahí quedó el plan sin llevar a cabo al entrar en escena la Sociolingüística. Fue al llegar al quinto curso (1990-1991) cuando experimenté la Sociolingüística, como un gran privilegiado, de la mano del profesor Peter Trudgill durante mi estancia en la Universidad de Essex en el marco del entonces incipiente Programa Erasmus. Tras la primera semana de clase con el prof. Trudgill en Essex, llamé al prof. Jiménez Cano para comunicarle que me encantaba la Sociolingüística y la figura de Peter Trudgill y entonces decidimos dar un giro radical a mi tesina y dedicarla a estudiar su obra aprovechando que estaba con él para poder conseguir sus trabajos -que amablemente me facilitó sin entender que pudiera merecer la pena, me reconoció. Estaba deseando concluir mi último curso de carrera en 1991 para dedicarme a hacer la tesina, que concluí en mayo de 1992 bajo la denominación de British Sociolinguistics: An Introduction to the Work of Professor Peter Trudgill.
2. ¿Qué profesor o profesores le orientaron hacia ella?
Empecé a oír algo de la Sociolingüística en 1990 al planificarme la estancia Erasmus para ese año en la Universidad de Essex. Repasando la oferta docente de esta institución británica con el Dr. Jiménez Cano y encontrar la LG432 Sociolinguistics, no dudó en recomendarme cursarla allí -junto con la LG453 Varieties of English- al ser ambas impartidas por Peter Trudgill, recomendación que también me hizo mi tutor Erasmus, el profesor Rafael Monroy Casas, quien lo había conocido en la Universidad de Reading. En aquel entonces yo no tenía ni idea de qué iba esa materia.
3. ¿Cuáles fueron las lecturas fundadoras de su trayectoria?
Además de las clases magistrales absolutamente magníficas del profesor Trudgill, donde transmitía todo su inmenso saber y entusiasmo por esta materia, la lectura que me marcó fue su famoso pequeño manual titulado Sociolinguistics: An Introduction to Language and Society (Penguin, 1974) en su edición revisada de 1983 y que todavía se sigue utilizando para esta asignatura en muchas universidades y que cuenta ya con cuatro ediciones, revisiones ampliadas, más de 17 reimpresiones y que ha sido traducido a lenguas como el sueco, japonés, koreano o malayo. Yo estuve gestionando una traducción al español en su momento, pero no prosperó. También fueron importantes sus libros Dialectology (Cambridge University Press, 1980, publicado con Jack K. Chambers), que sí se tradujo al español en 1994 (Visor Libros, 1994), On Dialect: Social and Geographical Perspectives (Blackwell, 1983) y Dialects in Contact (Blackwell, 1986). Fuera de Trudgill, también utilizaba Sociolinguistics (Cambridge University Press, 1980) de Richard Hudson (también con versión en español entonces: Anagrama, 1981), An Introduction to Sociolinguistics (Blackwell, 1986) de Ronald Wardhaugh, Sociolinguistic Theory (Blackwell, 1995) de Jack K. Chambers y algunos otros, y, por su puesto, en español Variación y Significado (Hachette, 1984) de Beatriz Lavandera, Sociolingüística: Teoría y Análisis (Alhambra, 1989) de Carmen Silva-Corvalán, Sociolingüística (Gredos, 1989) de Humberto López Morales, y, por supuesto, Metodología Sociolingüística (Gredos, 1990) de nuestro Francisco Moreno Fernández.
4. De sus investigaciones primerizas ¿qué recuerda con especial cariño o aversión?
De mis primeras investigaciones recuerdo con especial cariño aquellos trabajos en los que trataba de reflexionar sobre la Sociolingüística, como los publicados en ELUA (1993), RESLA (1994), o RAEFI (1999), aunque retrospectivamente ahora los veo algo cándidos. Disfruté mucho la redacción de mi tesina sobre la obra de Trudgill, aunque menos de su traducción al español -era horrible traducirse a uno mismo- para publicarse como Sociolingüística Británica: Introducción a las Obra de Peter Trudgill (Octaedro, 1993). También fue especial la investigación desarrollada para la redacción de la tesis doctoral aplicando los modelos de gravedad geolingüísticos de Trudgill.
5. ¿Hay revistas de Sociolingüística en España o en Hispanoamérica? Si es así, ¿cuáles o cuál cree que han contado con una trayectoria más innovadora, interesante o globalizadora?
Lamentablemente, no predominan las revistas monográficas sobre Sociolingüística en España, del mismo modo que la Sociolingüística tampoco es un área tan practicada en la Península, como, sin embargo, sí se hace en el mundo anglosajón e incluso en Latinoamérica. Empezó Estudios de Sociolingüística en la Universidad de Vigo a principios del año 2000, editada por Xoán Paulo Rodríguez-Yáñez, Anxo Lorenzo Suárez y Fernando Ramallo, cuya entrega y dedicación nunca les sabremos agradecer, pero finalmente la ha fagocitado el mundo anglosajón -por eso del impacto- teniendo que convertirse en Sociolinguistic Studies, que ahora publica Equinox Publishing desde 2007, aunque afortunadamente con los mismos editores y manteniendo en su política editorial la promoción de la investigación sociolingüística sobre el español, portugués, gallego, catalán, o vasco. Tenemos también monográficamente Spanish in Context, que publica John Benjamins desde 2004, editada inicialmente por Rosina Márquez Reiter, Ofelia García y Ricardo Otheguy, y ahora por Kim Potowsky, Francisco Moreno Fernández, Patricia Bou-Franch y continúa Rosina Márquez Reiter, a quienes hay que agradecerles su dedicación por la promoción de la sociolingüística hispánica. Pero fuera de estas dos, que creo que son muy buenas, no tengo conocimiento de otras más monográficas regulares, lamentablemente. En este sentido, la oferta en el mundo anglosajón es admirable y acomplejante.
6. ¿Cómo ha desarrollado su investigación en sociolingüística y qué evolución ha tenido su trayectoria investigadora en ese ámbito?
He practicado diferentes direcciones dentro del espectro de lenguaje y sociedad. Tras mis inicios reflexionando sobre la Sociolingüística, me sumergí en la línea Geolingüística para mi tesis doctoral. Luego, movido por mi ámbito profesional en el aula de Filología Inglesa, también hice trabajos defendiendo la incorporación de una perspectiva sociolingüística en la enseñanza de lenguas extranjeras y en la comunicación intercultural, o de la antropolingüística para entender los modismos, y la sociolingüística aplicada. Después, con mi colega Juan Camilo Conde, hemos trabajado mucho en sociolingüística histórica impulsados por nuestra docencia en Historia de la Lengua Inglesa, habiendo producido prolíficamente en esta dirección socio-histórica. Motivado por lo local de mi tierra, aunque de manera amateur por no ser del área de conocimiento, también investigué sobre el dialecto murciano desde enfoques sociolingüísticos, geolingüísticos y de psicología social del lenguaje (actitudes), lo que disfruté enormemente pese a que ha supuesto que erróneamente me identifiquen a menudo como hispanista. Con mi colega Juan Antonio Cutillas, hemos investigado intensamente sobre la variación estilística y los modelos teóricos desarrollados, y sobre la necesidad de una sociolingüística forense histórica para desentrañar autorías en manuscritos cuando se empleaban escribanos al dictado. Me ha gustado y he buscado mucho el trabajo en equipo con muy diversos colegas, como Juan Villena Ponsoda, Manuel Almeida, Dagmar Scheu, Rafael Monroy Casas, José Antonio Mompeán, José María Jiménez Cano, Natalie Schilling, Francisco Gutiérrez Díez, Elena Fernández de Molina Ortés, Tamara García Vidal, Manuel Díaz-Campos o David Britain, además de los mencionados Juan Camilo Conde y Juan Antonio Cutillas. Las publicaciones emanadas de trabajo conjunto siempre han sido las más reconfortantes y las experiencias más enriquecedoras.
7. ¿En su universidad cree que está suficientemente representada la sociolingüística en los planes de estudios? ¿cómo? ¿en qué niveles? ¿en qué grados o másteres? ¿cómo ha evolucionado esa presencia?
No suficientemente, pero también entiendo que, tras la reducción a cuatro años desde los cinco anteriores con la llegada de los Grados, todas las materias tuvieron que reducir su oferta en los planes de estudios. En el Grado de Estudios Ingleses de la Universidad de Murcia tenemos una asignatura de 6 créditos denominada 1565 Lengua, Sociedad y Variedades del Inglés, ofertada como optativa en el 4º curso, y que viene a ser una tradicional sociolingüística y dialectología inglesas, aunque algo tocamos en las obligatorias 1550 Historia de la Lengua Inglesa I y 1559 Historia de la Lengua Inglesa II. Cuando el plan de estudios era de cinco años, teníamos 12 créditos en forma de Sociolingüística, por un lado, y Variedades del Inglés, por otro, lo que ahora se reduce a 6 créditos comprimidos en la anteriormente referida. En el Grado de Lengua y Literatura Españolas también tienen componente sociolingüístico con su 1296 Variedades Sociales del Español, además de la 1290 Variedades Dialectales del Español y 1291 Español de América. Pero, lamentablemente, en el Grado de Estudios Franceses y en el de Filología Clásica no hay nada, supongo que porque no lo ven como prioridad en su oferta.
En nuestro Máster Universitario de Lingüística Teórica y Aplicada (MALTA), tenemos dos asignaturas sobre esta materia: la obligatoria 5946 Lenguaje y Sociedad y las optativas 5970 Líneas y Métodos de Investigación del Cambio Lingüístico y la Variación, 5972 Planificación y Legislación Lingüística, 5973 Diglosia y Niveles de Lengua: la Situación del Griego Antiguo y Griego Moderno, y 5971 Antropología Lingüística, lo que supone una gran oferta desde sus distintas direcciones sociolingüísticas.
8. Una pregunta para la controversia: hay dos posturas entre los sociolingüistas hispánicos (y no hispánicos) porque unos piensan que la sociolingüística supone una ruptura epistemológica con la anterior lingüística, mientras otros piensan que es una consecuencia de la dialectología ¿usted qué piensa sobre eso?
Yo creo que era un poco de todo. En mi opinión, cuatro motivaciones dieron lugar al surgimiento de la sociolingüística en los años sesenta del siglo XX: i) la insatisfacción entre muchos lingüistas con los paradigmas anteriores de Bloomfield, Saussure y Chomsky, ii) la reformulación y redefinición de la Dialectología Tradicional tras los procesos de industrialización y urbanización, iii) el creciente interés por la sociología y los problemas sociales, y finalmente iv) la propia revolución cuantitativa liderada por la corriente neopositivista y determinista, de la que Labov y Trudgill eran partícipes. Esto es algo sobre lo que he insistido con Manuel Almeida en nuestro libro Metodología de Investigación Sociolingüística (Comares, 2005) y con Peter Trudgill en el Diccionario de Sociolingüística (Gredos, 2007). Una de las principales causas del desarrollo de los estudios socio-culturalmente contextualizados, siguiendo la inercia epistemológica de la revolución cuantitativa, se encontraba en las propias concepciones estructuralistas y generativistas; concretamente, en el sentimiento tan generalizado de insatisfacción ante las explicaciones e interpretaciones ofrecidas por estas concepciones a los nuevos problemas planteados. La dicotomía saussureana langue/parole, posteriormente perfeccionada con la chomskyana de competencia/actuación, centraba su estudio en los rasgos formales de una lengua sistemáticamente homogénea y la competencia del hablante ideal, e ignoraba, muy a propósito, la heterogeneidad de la parole y la actuación del hablante, que es lo que, sin embargo, buscaba la Sociolingüística -de ahí la reacción. Es decir, antes del surgimiento de la Sociolingüística, los lingüistas se centraron en la microlingüística, la sistemática homogeneidad de la lengua y la competencia del hablante, ignorando muy deliberadamente el nivel macrolingüístico con el habla regularmente heterogénea, su variabilidad y la actuación del hablante. Otro concepto fundamental contra el que reaccionaron los sociolingüistas fue el de la noción bloomfieldeana de ‘variación libre’, que normalmente se ofrecía para los fenómenos de la variabilidad, que además de evitar tener que enfrentarse con la supuesta inmanejabilidad de los mismos, implicaba sostener que en realidad no hay ninguna razón para elegir una variante en lugar de otra de entre el abanico de posibilidades disponibles para una determinada forma lingüística dentro del repertorio verbal del hablante. Es decir, que se puede utilizar cualquiera de las variantes indistintamente. Sin embargo, la aproximación sociolingüística a estos fenómenos defendió y constató empíricamente que no existe la ‘variación libre’ como tal, sino la variación social y/o contextualmente condicionada, donde cada variante ha de describirse en términos de frecuencia de uso atendiendo a factores sociales y/o contextuales. Hubo una reacción lógica contra este modelo teórico que tuvo como consecuencia un cambio fundamental: de la noción de comunidad de habla sistemáticamente homogénea se pasa a la noción de comunidad de habla regularmente heterogénea. Fue principalmente a partir de los años sesenta del siglo XX cuando, gracias a la colaboración de científicos sociales y a la presunción de la naturaleza heterogénea de las comunidades lingüísticas, algunos lingüistas se interesaron por la tan olvidada macrolingüística, la lingüística externa, y se decidieron a acometer las complejas realidades del uso de la lengua en la sociedad, utilizando los niveles de análisis microlingüísticos (fonología, morfología, sintaxis, y semántica) como variables lingüísticas.
Por otra parte, al mismo tiempo que esto ocurría en el campo de la Lingüística general, no es menos cierto que la Dialectología tradicional sufría un proceso de redefinición y reformulación de sus principios teóricos y cometidos, por un lado, y de actualización de los métodos y técnicas empleadas, por otro. De esta manera, cabe hablar de una transformación en los cometidos teóricos: del estudio de los dialectos y de su descripción se pasa al estudio de su naturaleza. El enfoque puesto por la Dialectología tradicional en el estudio de la variación presente en el lenguaje desde una perspectiva geográfica coincidía con el de la Geografía Humana de aquellos momentos anteriores a 1960, que se ocupaba de ‘las regiones’, con ‘la diferencia’ y ‘la distintividad’ como rasgos más sobresalientes de su objeto de estudio. Esto es, en lugar de centrarse en los procesos o estructuras espaciales, analizan las áreas de modo individual, buscando sus características únicas, y con total independencia de las circundantes. De hecho, las siglas NORMS (Nonmobile Older Rural Male speakers) resumen de forma precisa su obsesión: el afán de búsqueda de los dialectos más ‘puros’ o ‘auténticos’ de las épocas más remotas los llevó a pensar que los informantes debían ser los hablantes de sexo masculino más ancianos (sobre los sesenta años de edad) de las zonas rurales más aisladas (campesinos), con deficiente educación escolar y escasa experiencia de viajes. Esto no les condujo más que a obtener unas descripciones inexactas e imperfectas del habla de las diferentes áreas observadas, y, así, jóvenes hablantes nativos de una región determinada a menudo se sorprendían al descubrir que el habla grabada por dialectólogos en estudios de campo de su región era completamente ajena a algo que remotamente pudiera parecerles familiar. Al limitar los estudios dialectales a áreas rurales, estaban ignorando el habla de la inmensa mayoría de la población, es decir, el habla de las grandes áreas urbanas, difícilmente investigables aplicando los métodos de la tradicional dialectología rural. Y es que, cuando la modernización de la sociedad generó, con la llegada de la industrialización, los consiguientes procesos de urbanización en los años cincuenta, la insistencia en la descripción lingüística del mundo rural carecía de sentido, o al menos era representativamente incompleta, máxime cuando la inmensa mayoría de la población se localizaba ahora en la ciudad, donde lo que predominaba era la diferenciación y la variación social más que la geográfica. De este modo, la Dialectología urbana apareció combinando una función tanto lingüística como social.
Así mismo, en los años cincuenta y sesenta el modelo de sociedad occidental sufría también un proceso de modernización global mediante los correspondientes de industrialización y urbanización: el proceso de urbanización iba ligado al surgimiento de las ciudades, en detrimento de las zonas rurales, como focos de desarrollo industrial. Pero los desajustes de este proceso ocasionaron toda una serie de problemas sociales en los grandes centros urbanos. Sería entonces la Sociología, surgida en los años sesenta como disciplina académica, la que provocó el interés de los lingüistas y educadores de los países industrializados occidentales por todos aquellos aspectos con un contenido social, concretamente por las relaciones entre el lenguaje y la marginación social, y por el uso de su metodología en la investigación sobre éstos. Así se estudian cuestiones como el lenguaje y la clase social en el Reino Unido; lenguaje y raza en los Estados Unidos; lenguaje e inmigración en la antigua República Federal de Alemania y en otros países europeos; actitudes lingüísticas; sexismo en el lenguaje; política de lenguas y planificación lingüística en las nuevas naciones-estado multilingües surgidas en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, etc.
Pero, además, como insisto en Sociolinguistic Styles (Wiley-Blackwell, 2016), la Sociolingüística en absoluto surge al margen de la filosofía social de su tiempo. La tesis kuhniana sobre la ruptura epistemológica motivada por la revolución científica y la consiguiente adopción de un nuevo paradigma es un hecho patente aquí. Es sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando tiene lugar, primeramente, en el mundo anglo-norteamericano y posteriormente en otros países, la crisis de las concepciones historicistas y el surgimiento de una sólida corriente neopositivista en el mundo de la ciencia en general, que será la llamada ‘revolución cuantitativa’. Se produce entonces un enfrentamiento entre lo cuantitativo y lo cualitativo en el que se oponen teorías, métodos y técnicas de trabajo, y, por encima de todo, dos concepciones diferentes de la investigación científica. El punto de partida de la concepción neopositivista del trabajo científico es siempre empírico, la experiencia, y profundamente anti-idealista, en el que no se reconocen como válidos ningún tipo de conocimiento derivado de la razón pura ni juicio apriorístico alguno, salvo la probabilidad de verdad: i) las leyes científicas son universales y persisten fuera del espacio y del tiempo; ii) los datos aportados por el método científico son objetivos, dado que la investigación es neutra y aséptica; y iii) toda ciencia se plantea los mismos tipos de objetivos: la explicación, la predicción y el control con un sistema propio para la generación del conocimiento que será el de la formulación de hipótesis mediante el procedimiento hipotético-deductivo y la contrastación mediante la observación y la experimentación. Para expresar con precisión y claridad los resultados de la investigación científica, entonces, se exige el uso del lenguaje matemático y de la lógica, que se conciben como una auténtica sintaxis de la ciencia, siendo, así, la verificabilidad un criterio fundamental. Esto va a suponer un rechazo de la intuición y del conocimiento introspectivo, tan en boga por aquellos momentos de mitad del siglo XX, por considerarlo un poder de conocimiento con menores garantías de objetividad. El investigador ha de ser fundamentalmente, y por vocación, un hombre de campo, y no de sillón, de ahí la reivindicación de William Labov, si no, el riesgo de perder contacto con la realidad viva se considera muy elevado. Pero este interés por la aplicación de los sistemas lógicos al material empírico propugnado por la revolución cuantitativa afectó tanto a las Ciencias Naturales como Sociales del momento.
9. Otra pregunta para la controversia: hay estudiosos que piensan que la llamada tercera ola (atención al hablante concreto) puede suponer volver a paradigmas de estudios próximos a la dialectología ¿qué opina de eso?
Quizá sí, pero no sólo más próximos a la Dialectología, sino, de algún modo, vuelta a -o rescatando- los modelos y concepciones teóricos anteriores a la Sociolingüística en general. En este progreso epistemológico desde los orígenes de la Sociolingüística se ha dado una evolución teórica y metodológica desde las aproximaciones más deterministas y centradas en el sistema y la estructura hasta las recientes socio-constructivistas y centradas en el hablante y su acción voluntaria y creativa, desplazando el foco de atención desde la colectividad a la individualidad; desde la generalidad de la media estadística a la singularidad de la desviación de la media; desde los patrones acumulativos de conducta del hablante medio en estudios a gran escala con ingentes cantidades de datos al uso individual del ‘case study’; desde lo reactivo a lo agentivo o creativo; o desde lo responsivo a lo iniciativo o proactivo. De hecho, el concepto de ‘auténtico’ ha cambiado: si empezó siendo con Labov una condición metodológica innegociable en la investigación sociolingüística desde su modelo de variación lingüística de fundamentación determinista para la observación del habla natural cotidiana producida por hablantes espontáneos del vernáculo puro -es decir: ‘auténtico’ como sinónimo de ‘prototípico’/’estándar’ y pasivo (reactivo)-, ahora, por el contrario, con las teorías socio-construccionistas recientes, la autenticidad se entiende como ‘diferente’ (‘no idiosincrático’) y proactivo, como subraya Barbara Johnstone, Mary Bucholtz, o Nik Coupland. De manera similar, y en la misma medida, en los estudios de variación estilística también se está dando la misma evolución con el tratamiento de la actuación lingüística, el postureo retórico y la proyección de identidad, entre otros efectos. Se están generando críticas a estos modelos recientes socio-constructivistas en términos de -entre otros- problemas de observación e interpretación de este tipo de informantes y su impredictibilidad desde su actuación (y por tanto de validez empírica), y dudas de fiabilidad con la generalización tan reduccionista de conductas individuales para extrapolarlas a la comunidad. Es decir, tiene mucho componente intuitivo y cualitativo, contrario a la objetividad buscada por los modelos empiristas labovianos, y que ciertamente predominaban antes del surgimiento de la Sociolingüística, con lo que puede entenderse como un regreso a esos preceptos.
Habiendo practicado ambos, yo defiendo que, además de los tradicionales estudios a gran escala, los ‘case studies’ son muy útiles, complementariamente, pero no como alternativa. Tras observar comunidades de habla, el poner un informante concreto bajo la lente del microscopio puede ser muy revelador, como los conceptos de ‘comunidad de práctica’, ‘diseño de hablante’, ‘agency’ y ‘authenticity’ en el marco de las teorías socio-construccionistas están demostrando. Pero como complemento a donde los macro-estudios no puedan llegar, pues esos casos individuales, que suelen ser personajes mediáticos, no son el común de los mortales en términos de representatividad.
10. ¿Qué opina sobre las técnicas y métodos usados en sociolingüística? Después de casi 60 años desde los primeros estudios, ¿deberían modificarse, ampliarse o retocarse?
Es inevitable la evolución teórica y metodológica, porque las innovaciones tecnológicas nos aportan nuevas herramientas de recogida de datos o de análisis, y los sistemas sociales, sus conductas y valores también cambian. Desde el Congreso de Sociolingüística celebrado en 1964 en el UCLA Center for Research in Languages and Linguistics estadounidense, el primer congreso centrado en este campo, muchos conceptos nuevos y teorías han surgido en la Sociolingüística, a la vez que nuevos problemas por resolver, nuevas inquietudes, nuevas metodologías y, por supuesto, nuevas técnicas de obtención de datos y más sofisticados recursos para su registro, así como nuevos instrumentos de análisis estadístico para la estimación de significación y fiabilidad de los resultados de cara a la interpretación y las implicaciones teóricas. Con la teorías decimonónicas de las ondas de los historicistas y del árbol genealógico de los comparativistas, o los dialectos regionales, los idiolectos y los atlas lingüísticos de los dialectólogos tradicionales y la teoría de la variación libre de los estructuralistas, como herencia que recibió, la Sociolingüística ha evolucionado de forma considerable teórica y metodológicamente en las últimas décadas: desde la asunción de la variación socialmente condicionada, con el sociolecto, el generolecto, el cronolecto, las redes sociales, el mercado lingüístico, la teoría de la acomodación, la dialectometría y los modelos de gravedad geolingüísticos, hasta las teorías más recientes socio-construccionistas del diseño de audiencia, diseño de hablante, diseño del guion, o de la optimidad; desde la lingüística de sillón hasta la lingüística de campo; desde las entrevistas presenciales iniciales y los cuestionarios por correo de la Dialectología Tradicional hasta las entrevistas telefónicas y los cuestionarios en web y hasta en Google o Facebook de la Sociolingüística Variacionista más reciente; desde la grabación indiscriminada hasta la ética en el trabajo de campo; desde la lealtad lingüística o el prestigio encubierto y manifiesto de la Psicología Social del Lenguaje hasta los mapas mentales de la Dialectología Perceptiva; desde la Sociolingüística Histórica hasta la Lingüística de Corpus; etc.; o desde la estadística básica, luego VarBrul y SPSS hasta el Lenguaje R de ahora.
- También es controvertido el papel del análisis estadístico en sociolingüística. Algunos estudiosos piensan que se está convirtiendo en un aparato formal que puede dificultar la visión del bosque y que se está cayendo en defectos parecidos a los de otras escuelas lingüistas formalistas ¿qué opina usted del papel de la estadística en los estudios sociolingüísticos?
Totalmente de acuerdo. La estadística ha de ser una herramienta, o un medio, para nuestro análisis e interpretación de grandes cantidades de datos, y no el fin.
- ¿Puede resumirnos alguna de sus investigaciones más recientes? ¿a qué se dedica ahora?
La investigación a que más recientemente he estado dedicado ha sido la variación estilística, que ha tenido como resultado el libro Sociolinguistic Styles (Wiley-Blackwell, 2016), así como la aplicación de los modelos diafásicos actuales a corpus de correspondencia privada del pasado medieval inglés. En el libro destaco que la historia de las revoluciones científicas ha demostrado que la adopción de nuevos paradigmas siempre se asienta sobre un estadio previo del que parten, pero contra el que normalmente reaccionan. Así, la sociolingüística y sus estudios de variación estilística tampoco han sido ajenos a las corrientes filosóficas y la teoría social de su tiempo. En los postulados fundacionales labovianos de los años sesenta del pasado siglo XX estaba instalado el pensamiento propio del Determinismo, Cientifismo y Neopositivismo, que presentaba al hablante como un autómata totalmente predecible y predestinado desde patrones regulares, universales y socialmente estructurales de variación sociolingüística y únicamente observable en una realidad objetiva desde el método científico. Sin embargo, más recientemente, son el Socio-constructivismo y el Relativismo los nuevos fundamentos de la Sociolingüística del siglo XXI, que perfilan al hablante como un sujeto activo, autónomo e impredecible participante en la construcción, percepción e interpretación de sus múltiples realidades y de la proyección de sus múltiples identidades a través de sus opciones estilísticas y usos lingüísticos en la comunicación interpersonal. En el contexto de un pensamiento anti-realista, relativista e interpretativista, los recursos estilísticos en la producción lingüística constituyen una iniciativa estratégica deliberada para la creación y proyección de una identidad e imagen propias a nivel interpersonal. Por esta razón, las nuevas aproximaciones al fenómeno de la variación estilística en Sociolingüística están desarrollando una caracterización más multidimensional, interdisciplinar y multidisciplinar, profundizando en la significación social del lenguaje y su capacidad como recurso identitario e ideológico, al entenderlo no simplemente como un medio de comunicar información, sino también como un medio excepcional para establecer y mantener relaciones sociales, así como, crucialmente, para transmitir información sobre el propio hablante.
Aunque continúo investigando aspectos de variación estilística y sociolingüística histórica, estamos planificando nuevos frentes desde nuestro Grupo de Investigación de la Universidad de Murcia: sociolingüística y enseñanza, linguas francas, variedades regionales, etc. Hay más ideas de proyectos que tiempo.
11. ¿Considera que hay ámbitos del estudio de la variación que aún no se han desarrollado o a los que se les ha prestado poca atención?
Seguro. La investigación sociolingüística es muy prolífica y cada día se pone el foco en nuevos aspectos y ámbitos. Basta con ver lo tremendamente productiva que es la literatura en nuestro campo de estudio, que no nos da tiempo a seguirla toda ya que es muy amplia en sus distintas direcciones. Y también lo concurridos que son los congresos de la especialidad, como el Sociolinguistics Symposium o el New Ways of Analyzing Variation, lo que da fe del ímpetu y vitalidad de la Sociolingüística (aunque lamentablemente más fuera de nuestras fronteras que en España).
12. ¿Cree usted que ha formado escuela: tesis, seguidores, articulos compartidos, etc.?
No creo que yo haya formado escuela (ni tendría perspectiva todavía para afirmarlo), y especial y afortunadamente porque todavía tenemos a nuestros fundadores de la disciplina activos y dinamizando investigación. Yo todavía me veo más inmerso en la escuela trudgilliana que dinamizador de una escuela campoyana. Como decía antes, me ha gustado y he buscado mucho el trabajo en equipo con muy diversos colegas entendiendo que las publicaciones emanadas de trabajo conjunto siempre constituyen las experiencias más enriquecedoras y reconfortantes por el contraste que proporcionan.
13. Casi para finalizar, este volumen está dedicado a la sociolingüística y a la enseñanza ¿qué tipo de relación se establece entre ellas, según usted?
Creo que existe mucha relación entre la sociolingüística y la enseñanza, tanto de lenguas primeras como de segundas (extranjeras) y es algo sobre lo que no se ha trabajado mucho -al menos no lo suficiente- ni se le ha dado la importancia que merece; especialmente por sus posibles aplicaciones en la docencia y el diseño de materiales docentes, todavía muy sociolingüísticamente insensibles, como denunciamos en nuestro artículo para este monográfico (por el que os felicito por oportuno y necesario).